Comentario
Muchas tumbas se encuentran señaladas por simples losas de piedra, casi siempre con inscripción, que se refieren a los datos personales del difunto: nombre, origen, relaciones familiares, carrera en la administración pública o en el ejército, etc. Suelen estar labradas en un bloque de piedra, cuya forma varía considerablemente, puesto que puede tratarse de una simple losa inscrita que era empotrada en el propio monumento funerario, o tener forma de altar o de ara, esto es, de un bloque de piedra paralelepipédico con la inscripción en una de sus caras laterales, que podía complicarse con el añadido de molduras, decoraciones ornamentales o figuradas, etc.
Importantes conjuntos de estelas funerarias aparecen en casi todas las necrópolis romanas; son los vestigios más abundantes, porque en la mayor parte de los casos se han conservado, dado el prestigio que de siempre han tenido las piedras inscritas, en tanto que el resto de materiales han sido destruidos. En los últimos tiempos, los estudios sobre estas estelas se han hecho muy numerosos, tomando en consideración tanto su valor epigráfico como arqueológico, esto es, lo que se ha escrito y el soporte sobre el que se ha escrito. Han podido identificarse así talleres epigráficos, que preparan las piedras de una determinada forma, incluyendo en ocasiones motivos decorativos complementarios muy concretos.
Dentro de estos monumentos en forma de estela, podemos destacar el importante conjunto de cuppae que se encuentra en el Occidente de la Península Ibérica, y especialmente en torno a Mérida, la antigua Augusta Emerita. Las cuppae son sillares con la cara superior redondeada, que en algunos casos pueden estar decorados con molduras y cartelas que albergan la correspondiente inscripción funeraria. Otro conjunto muy significativo es el de las estelas en forma de casa (oicomorfas) de la región de Poza de la Sal, en Burgos, aunque ejemplares similares se encuentran también en otros lugares. Como indica su propio nombre, se trata de estelas funerarias que en ocasiones constituyen la propia urna cineraria y en otras -la mayoría- son simples elementos indicadores del lugar de la tumba; a veces pueden tener canales que desembocan en la cara inferior y que debieron servir para dirigir hacia la tumba los líquidos de las libaciones. Con frecuencia, las casas tienen labrados en relieve algunos detalles propios, con puertas y ventanas, y a veces se puede complicar con algún elemento de tipo simbólico, como las características rosetas.
Dentro de este conjunto podemos incluir también los numerosos monumentos en forma de altar, formados por un cuerpo principal con o sin pilastras laterales, y rematado por un frontón central flanqueado por una especie de roleos que reciben el nombre de pulvini; en la cara principal pueden llevar asimismo la inscripción conmemorativa. Se trata de un tipo de monumentos que entronca directamente con las estelas funerarias, pero que constituye al mismo tiempo la variante más simple de un amplio grupo de monumentos que tienen en común el carácter cuadrangular y la búsqueda de una sensación de verticalidad. Algunos llegan a adquirir dimensiones considerables y a convertirse en una importante superestructura compuesta de uno o de varios pisos.
El conjunto más antiguo de este tipo de edificios son los denominados monumentos de friso dórico. Están compuestos por un zócalo moldurado, un cuerpo cuadrangular coronado por un friso dórico con triglifos y metopas decorados, casi siempre, con cabezas de toros y rosetas; son éstos los motivos que encontramos, por ejemplo, en varios sillares de un monumento de Sagunto, identificado hace algunos años por Almagro Gorbea; muchos de estos monumentos eran en realidad el basamento de un cuerpo superior sobre la que se alzaba un pequeño templete en cuyos intercolumnios podrían situarse diversas estatuas; en algunos casos se han recuperado también figuras de togados y palliati que se ubicarían en estos intercolumnios.